Un informe reciente del Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas (IETSE) reveló una situación crítica en los hogares argentinos: el 91% está endeudado, y más de la mitad utiliza tarjetas de crédito para comprar alimentos.
Durante 2024, en un contexto marcado por una devaluación abrupta, una inflación acumulada del 64,99% en el primer cuatrimestre y una pérdida del 10,38% en el poder adquisitivo real, el endeudamiento familiar se disparó. Hoy, las tarjetas de crédito ya no financian bienes durables: son una herramienta de subsistencia. El 58% de los consumos con tarjeta están destinados a la compra de comida, mientras que solo el 15% corresponde a indumentaria y el 11% a combustible.
“El endeudamiento dejó de ser transitorio para convertirse en un fenómeno estructural”, advierte el informe. La emergencia económica ha pasado a ser parte de la vida cotidiana de millones de familias.
Deudas múltiples y salarios insuficientes
El 65% de los hogares mantiene entre dos y tres deudas activas, mientras que el 12% supera ese número. Además, el 76% de esas obligaciones se encuentra en mora, lo que refleja una creciente incapacidad de pago. Los juicios por deudas aumentaron seis puntos porcentuales en comparación con 2023.
El 56% de los hogares destina entre el 40% y el 60% —o más— de sus ingresos mensuales al pago de deudas. Esta espiral financiera se profundiza: el 34% de las obligaciones actuales son refinanciaciones de tarjetas de crédito, lo que configura un circuito de deuda circular sin salida clara.
Tarjetas como salvavidas
El crédito —bancario y no bancario— mediante tarjetas representa el 30,5% de las formas de financiamiento más comunes, desplazando a las financieras tradicionales, que han perdido protagonismo en el último año.
Con ingresos que ya no alcanzan para cubrir las necesidades básicas, muchas familias se ven obligadas a elegir entre comer o pagar sus deudas. Pero como no pueden dejar de hacer ninguna de las dos cosas, terminan endeudándose aún más.