Facundo Noya:
Usualmente no publico en redes sociales pero creo que el motivo lo ameritaba.
Permítanme compartirles una historia personal. Como muchos de ustedes saben, he estado trabajando en Ebers durante los últimos 5 años, dedicando toda mi energía y esfuerzo para mejorar la salud de las personas con problemas en los pies y la pisada. Sin embargo, hace 8 meses, tomé una decisión importante en mi vida: volver a estudiar, pero esta vez aprendiendo de las mejores mentes del mundo.
Mi meta era estudiar en una de las mejores universidades del mundo y tuve la suerte de ser aceptado en una maestría en Estados Unidos con una prestigiosa beca Fulbright, la cual incluye varios premios nobeles y miles de investigadores y emprendedores que están transformando sus realidades y los cuales admiro profundamente.. Después de superar diferentes pruebas, rendir exámenes de inglés, matemática, presentar ensayos y esperar ansiosamente, recibí una carta que cambiaba mi vida: fui seleccionado para estudiar en la Universidad de Columbia, una de las 10 universidades más importantes del mundo, con una tasa de aceptación inferior al 4%. Para mí, esto era un sueño hecho realidad. De Feliciano, hijo de una costurera y un maestro de escuela primaria, habiendo estudiado en el sistema público toda mi vida, tenía las puertas abiertas del mundo.
Sin embargo, como todos sabemos, la vida no siempre es fácil. Estudiar en Estados Unidos es costoso (muy costoso), y aunque la universidad cubría el 50% de mi matrícula, necesitaba encontrar el resto del financiamiento para poder participar. Decidí acudir a los políticos de mi ciudad natal, Feliciano, para que me ayudaran a través de la provincia, a convencer a la beca y a la universidad de la importancia de mi educación para mi región y que de esta manera les recomendaran cubrir parte de esos gastos que faltaban ya que para mi es prácticamente imposible. Pensé que iba a ser un hito para mi ciudad que alguien logre llegar al nivel más alto de estudio, y que quizás iba a servir para mostrarle al resto de las generaciones que con esfuerzo y estudio el mundo te abre las puertas y podemos hacer de él un mejor lugar. La realidad fue muy distinta. Respuestas que nunca llegaron, mensajes vacíos sin intención de una ayuda real y a 1 semana de mi fecha límite para aceptar la oferta todavía sigo escribiendo sin una respuesta concreta. Mi pedido, una carta de recomendación.
Desafortunadamente, no recibí una respuesta positiva ni el apoyo que necesitaba.
A pesar de los desafíos, sigo adelante con mi sueño y mantengo la esperanza en mi corazón pero esta experiencia me ha hecho reflexionar sobre el sistema.
– Si yo, una personas con miles de privilegios no logra que los políticos de su pueblo lo ayuden, que podemos esperar para quienes más lo necesiten? ¿Qué respuesta le dan?
-Si la educación no es una prioridad, cuál es?
-La urgencia del día a día a veces pareciera ser mayor que lo importante a largo plazo.
-Demostrar que hacemos es más relevante que la acción misma. Si esto es así, el futuro me da menos esperanza.
Estas preguntas son difíciles de responder, y me quitan un poco el sueño sobre nuestro sistema.
Más allá de mi encrucijada personal, tengo fe en que las ventanas se abrirán y voy cumplir mi sueño de estudiar junto a los mejores del mundo y volver a mi país para compartir todo lo aprendido. Estoy seguro que la educación es el presente y el futuro, siendo LA única herramienta que tenemos para luchar por la desigualdad, la pobreza y todos los males de nuestra sociedad. Pero para ello tenemos que trabajar en que las cosas pasen y enseñarle a las generaciones que vienen que tenemos futuro, pero hay que buscarlo y que no es imposible. Si el hijo de una costurera pudo llegar hasta acá, muchos pueden y nuestro trabajo es mostrarles ese camino ayudando a nivelar el camino para los que el sistema se los olvidó en el camino.
Les animo a que nunca dejen de soñar y que sigan adelante con sus metas, a pesar de los obstáculos. Juntos, podemos hacer de este mundo un lugar mejor para todos.