A una semana de la desaparición de Lara Gutiérrez (15), Brenda del Castillo (20) y Morena Verdi (20), tres jóvenes de La Matanza encontradas descuartizadas en una vivienda de Villa Vatteone, Florencio Varela, la investigación comienza a develar una historia macabra relacionada con el narcotráfico y la prostitución. Las autoridades sospechan que las jóvenes fueron víctimas de una “trampa mortal” tendida por un líder narco, aún desconocido, y sus secuaces.
El engaño y la emboscada
El fin de semana anterior a su desaparición, Lara, Brenda y Morena habían planeado asistir a una fiesta en el Bajo Flores, en la Ciudad de Buenos Aires. Al no contar con un medio de transporte, solicitaron un auto por aplicación, pero el pedido fue cancelado. En su lugar, les prometieron que las pasarían a buscar.
En una esquina de La Tablada, las tres abordaron una Chevrolet Tracker blanca que, en lugar de dirigirlas hacia la fiesta, las llevó directamente hacia una trampa mortal en una casa de la zona sur del Conurbano bonaerense. La secuencia fue captada por cámaras de seguridad y, tras que los teléfonos de las jóvenes fueron apagados, nada más se supo de ellas.
Las familias denunciaron la desaparición ante la Policía local, pero las víctimas ya habían sido asesinadas. A partir de las investigaciones, la policía localizó la señal de uno de los celulares en una zona de Florencio Varela. El análisis de las grabaciones de seguridad permitió identificar la camioneta involucrada en el crimen.
El hallazgo y las primeras detenciones
Una vez reconstruido el trayecto del vehículo, la policía realizó un allanamiento en una vivienda donde encontraron a dos jóvenes, Magalí Celeste González Guerrero (28) y Andrés Maximiliano Parra (18), mientras limpiaban las paredes con lavandina. Ambos fueron detenidos.
Horas más tarde, los peritos hallaron los restos descuartizados de las víctimas enterrados en el patio. La investigación avanzó rápidamente y condujo a la detención de Iara Daniela Ibarra (19) y Miguel Ángel Villanueva Silva (27), este último, de nacionalidad peruana y señalado como un presunto narcotraficante vinculado a la Villa 1-11-14.
El móvil narco y las torturas
El nuevo fiscal a cargo de la causa, Andrés Arribas, imputó a Villanueva Silva y Parra por homicidio calificado por ser cometido con premeditación y ensañamiento, y por violencia de género. González Guerrero y Parra fueron acusados de encubrimiento agravado.
Las primeras hipótesis apuntan a que el crimen fue una represalia por el robo de drogas a un miembro del clan narco al que las jóvenes habrían estado vinculadas. Los resultados de las autopsias confirmaron que las víctimas fueron torturadas antes de morir, lo que indicaría que el asesinato fue una forma de “disciplinamiento” por parte de la organización narco.
El informe forense detalló las brutales torturas a las que fueron sometidas las víctimas. A Lara Gutiérrez le amputaron los cinco dedos de la mano izquierda, además de quemaduras y un corte en el cuello que le causó la muerte. Brenda del Castillo sufrió fractura de cráneo y aplastamiento facial, mientras que Morena Verdi presentó luxación cervical y golpes en el rostro.
El crimen transmitido en vivo
Lo más impactante del caso es que las torturas y asesinatos fueron transmitidos en vivo a través de una cuenta de redes sociales con pocos seguidores, aparentemente miembros del clan narco. “Esto pasa si me robas droga”, habría dicho uno de los narcotraficantes durante la transmisión, según declaraciones del ministro de Seguridad bonaerense, Javier Alonso.
La investigación está centrada en “Pequeño J”, un joven narco señalado como el autor intelectual del crimen, quien podría haber contratado sicarios para ejecutar la venganza. La policía sigue rastreando posibles conexiones entre el narcotráfico en el sur del Conurbano y las víctimas, quienes habrían tenido vínculos con el Bajo Flores, una zona de la Ciudad de Buenos Aires donde ofrecen servicios de prostitución.
Continuará la investigación
A pesar de los avances, las autoridades aún no han logrado dar con la ubicación del presunto líder narco, “Pequeño J”. Aunque los allanamientos en la Villa Zavaleta no arrojaron resultados, la investigación sigue abierta. Los clanes narcos peruanos continúan siendo una de las principales hipótesis detrás de este macabro crimen.